Sandro Castro, nieto del dictador Fidel Castro, volvió a encender la ira popular tras un video en Instagram donde prescribe “nueve cervezas diarias” para tener buena salud. La frase, que podría parecer un chiste, ha sido tomada por miles de cubanos como una provocación brutal, especialmente en un país sumido en la miseria.
En medio de una crisis económica que obliga a millones a sobrevivir con menos de un dólar al día, la sugerencia de consumir más de 65,000 pesos cubanos en cerveza cada mes resulta una bofetada. El salario mínimo apenas llega a 2,100 CUP. Esa “prescripción” equivale a casi tres años de ingresos para muchos trabajadores cubanos.
Desconexión total de la élite comunista
El video revela, una vez más, el nivel de desconexión de la casta gobernante con la realidad del pueblo. No es solo una frase absurda, es un símbolo del desprecio con el que la élite heredera del poder trata a los ciudadanos de a pie. Sandro, protegido por su apellido, actúa como un bufón intocable en medio de la tragedia.
La publicación generó más de 1,600 comentarios en Facebook, la mayoría indignados. “¡Hasta cuándo este payaso!”, “si fuera un cubano común ya estuviera preso”, o “vive burlándose del pueblo mientras otros pasan hambre”, son solo algunas de las frases que resumen el sentir popular.
Privilegios, impunidad y silencio institucional
Mientras jóvenes han sido encarcelados por cantar o protestar, Sandro goza de megas ilimitados, cervezas de la empresa estatal Bucanero S.A. —a la que incluso parece promocionar en sus videos— y ninguna consecuencia por su comportamiento. Ni la policía, ni ETECSA, ni el aparato de censura se atreven a tocarlo.
Varios ciudadanos señalan que ni siquiera queda claro si el contenido tiene fines publicitarios. Pero más allá de eso, lo que deja en evidencia es el descaro de una familia que ha saqueado al país durante décadas y hoy se permite reírse del hambre nacional desde un celular conectado 24/7.
La burla de un sistema que se desmorona
En una Cuba donde ya no hay pan, solo circo, la imagen de Sandro Castro representa el colapso moral del régimen comunista. Ya no se trata solo de impunidad, sino de provocación.
Este tipo de exhibicionismo cínico ocurre mientras crecen las protestas, las universidades se vacían en señal de rebeldía, y los cubanos enfrentan apagones prolongados, inflación, y falta de alimentos. Lejos de ser una anécdota, Sandro encarna todo lo que está podrido en el sistema.
Como escribió una usuaria en redes: “el pueblo está cansado de tanta burla”. Y cada acto como este suma razones para el despertar ciudadano. Porque un día, inevitablemente, sigue a otro.