Circula en redes sociales un nuevo y desgarrador video que muestra a un joven cubano completamente fuera de sí, bajo los efectos de la peligrosa droga sintética conocida como “el químico”. El incidente, que tuvo lugar en el reparto Bahía, en el municipio Habana del Este, refleja el avance imparable del consumo de drogas en Cuba ante la pasividad del régimen.
El joven aparece sentado en el suelo, entre basura, con la cabeza agachada y comportamientos erráticos. Mientras es grabado, alguien le dice con tono de advertencia: “Vas a terminar en la basura, tanque”. La escena, que se ha vuelto viral, viene acompañada de un mensaje directo a los jóvenes: “Eso no da nada. Están acabando con sus vidas”.
Un fenómeno en expansión y sin control
No es un caso aislado. En los últimos meses, han salido a la luz numerosos videos mostrando a jóvenes cubanos sufriendo los efectos de “el químico”, una droga que se vende como papelillos impregnados y que ha sido relacionada con graves intoxicaciones, alucinaciones, convulsiones y hasta muertes.
Aunque el régimen ha prometido acciones, su enfoque ha sido meramente represivo. Las redadas y los juicios no han logrado frenar el tráfico ni el consumo, porque no se está atacando el problema de raíz: la falta de oportunidades, de atención médica especializada y de campañas preventivas. Mientras tanto, la droga sigue circulando en escuelas, barrios marginales y centros urbanos, con total impunidad.
Un cóctel tóxico que el sistema no quiere enfrentar
“El químico” pertenece al grupo de los cannabinoides sintéticos, con una toxicidad mucho mayor que la marihuana. En Cuba, se han detectado versiones adulteradas con formol, anestésicos para animales, benzodiacepinas e incluso fentanilo, un opioide que ha causado miles de muertes por sobredosis a nivel mundial. A pesar de estos hallazgos, el régimen sigue sin implementar protocolos de emergencia ni centros de rehabilitación efectivos.
Mientras médicos y organizaciones civiles reclaman una estrategia integral basada en la salud pública, el régimen cubano opta por criminalizar a los consumidores. Esta política punitiva no solo es ineficaz, sino que ignora que detrás de cada adicto hay una historia de abandono social, exclusión y desesperanza provocada por un sistema que lleva décadas fallando.
Una juventud abandonada por el Estado
Lo que debería ser una prioridad nacional es tratado como un problema secundario. El Observatorio Nacional de Drogas, creado en febrero, ha mostrado poca eficacia más allá de su anuncio mediático. El enfoque sigue centrado en las estadísticas, no en la atención real. Mientras tanto, las redes sociales se llenan de escenas como la de este joven: muchachos desorientados, tirados en la calle, y familias enteras rotas por una droga que crece sin control.
Este caso no solo evidencia el drama de la adicción, sino también la descomposición social de un país donde el régimen abandona a su juventud mientras aparenta preocuparse. La Cuba real no está en los discursos oficiales, sino en las aceras donde los jóvenes se deshacen bajo el peso de una droga tan barata como mortal.