La Habana vivió otra noche marcada por la indignación y la impotencia ciudadana. Un anciano fue arrollado por una guagua de la empresa estatal Transgaviota en el municipio Playa y murió tras esperar más de 45 minutos por una ambulancia que nunca llegó a tiempo. Este caso pone en evidencia, una vez más, el colapso del sistema de emergencias en Cuba, una de las tantas áreas abandonadas por el régimen comunista.
Una tragedia evitable en una ciudad colapsada
Según relató el abogado y activista Manuel Viera, quien presenció el hecho, el anciano fue impactado bajo la lluvia en una calle mal iluminada, quedando tendido en el pavimento. Varios transeúntes intentaron auxiliarlo. “¡Tiene pulso, llamen a la ambulancia!”, gritó alguien, pero la ayuda no llegó. El régimen ha priorizado décadas de propaganda y represión por encima de servicios básicos como salud y transporte, y esta tragedia es prueba viviente de ese abandono.

Ni la Policía, ni el sistema de salud, ni siquiera los bomberos llegaron a tiempo. Solo dos motos de tránsito y, mucho más tarde, un camión de bomberos se presentaron. Según Viera, los bomberos estaban a menos de un kilómetro del lugar y aun así tardaron 40 minutos. Uno de ellos “tocó el cuerpo con el pie” y luego lo cubrió. La ambulancia apareció cuando ya era demasiado tarde.
Indignación popular ante la desidia del régimen
Vecinos y testigos estallaron en rabia. Confrontaron a las autoridades presentes y no ocultaron su frustración. La escena, marcada por el silencio, la lluvia y la falta de humanidad, se convirtió en símbolo del abandono sistemático al que está sometido el pueblo cubano.
“Se critica a los países donde las ambulancias llegan en cinco minutos, pero aquí se muere un anciano sin ayuda”, escribió Viera. “Su gorrita roja bajo la guagua…” fue la imagen que lo marcó y lo motivó a compartir su testimonio.
Sin respuestas del Estado, solo silencio
Ni una declaración oficial. Ningún comunicado. Ningún reconocimiento de culpa. El régimen calla ante la muerte de un anciano que pudo salvarse. La identidad de la víctima no ha sido revelada y tampoco se conocen detalles sobre el conductor del vehículo. El silencio estatal solo suma dolor e impunidad.
Este caso se une a una larga lista de denuncias sobre el colapso de la infraestructura pública en Cuba. Ambulancias sin combustible, médicos sin recursos y una población a merced del azar. ¿Cuántas muertes más se necesitan para que el sistema reconozca su fracaso?
Una sensación de desamparo generalizado
“Vivo en un lugar donde la vida pareciera no tener valor alguno”, concluyó Viera. Y esa sensación de desamparo que expresa su mensaje es compartida por millones de cubanos, víctimas diarias de un sistema que prefiere ocultar la realidad antes que enfrentarla.