El vocero oficialista Randy Alonso Falcón fue fotografiado comprando pan gourmet en una exclusiva panadería privada de La Habana. La imagen, compartida este Día de los Padres, ha provocado una oleada de indignación. Mientras él accede a productos de lujo, miles de presos en Cuba sobreviven con pan que no se puede comer.
Randy Alonso, rostro del programa propagandístico “Mesa Redonda”, apareció en el local de Aceña, una panadería privada que opera 24 horas al día en el municipio Playa. Allí se venden productos de panadería con precios impagables para la mayoría: 35 CUP por un pan de hamburguesa, 280 CUP por un pan campesino. Además, los pedidos al por mayor requieren una compra mínima de 100 unidades.

Según el colectivo activista “Las Taniadas”, este tipo de negocios no podrían existir sin respaldo de las altas esferas. Aunque no se ha confirmado, señalan posibles vínculos con Mariela Castro o el llamado “Cangrejo”.
Miseria y tortura alimentaria en prisión
Mientras tanto, en la prisión de máxima seguridad La Pendiente, en Villa Clara, los reclusos reciben pan mal elaborado. Muchos ni siquiera logran ingerirlo. Varios presos pidieron a sus familiares que fotografiaran los panes y enviaran las imágenes al colectivo para denunciar la situación.
“Son tan malos que ni quienes pasan hambre pueden comérselos”, denunció “Las Taniadas” en redes sociales. Las fotos muestran trozos de pan con textura gomosa, aspecto rancio y visiblemente mal cocinados.
La alimentación carcelaria también incluye pescado en estado de descomposición y viandas semicrudas servidas con cáscara. Los activistas acusan a los guardias de recolectar sobras para alimentar a sus propios cerdos. Señalan que esto se hace por beneficio personal, no por escasez.
Negación de derechos y desprecio institucional
En esa misma cárcel, a la anciana Zoila Esther Chávez Pérez se le negó ver a su hijo antes de morir. El hecho demuestra el carácter punitivo y deshumanizante del sistema carcelario cubano. No solo castigan, sino que humillan a los presos y sus familias.
En contraste con esa crueldad, panaderías como Aceña funcionan sin trabas. Mientras el pueblo hace colas por un pan normado de mala calidad, las élites del régimen disfrutan panes de diseño en locales con aire acondicionado y vitrinas brillantes.
Pan normado podrido, pan gourmet para la cúpula
El pan de la libreta ha disminuido de tamaño. Huele mal. Se elabora con harina vencida y muchas veces ni siquiera llega a las bodegas. El régimen justifica esta crisis diciendo que no tiene recursos para importar trigo. Sin embargo, permite negocios de lujo en plena capital.
“¡Así sí se puede hablar mier*** en la Mesa Redonda y en Cubadebate!”, escribieron indignadas Zaida Artiaga, Anamely Ramos, Jenni M Taboada, Tata Poet y Tania Tasé. Las imágenes y el texto se viralizaron rápidamente.
La escena de Randy Alonso en Aceña se ha convertido en un símbolo de la desigualdad brutal que impone el régimen. Mientras la cúpula se alimenta con pan gourmet, los presos políticos mueren de hambre y la población sobrevive con migajas.