Yomil y Yulién Oviedo se alinean con el régimen

La presencia de los reguetoneros Yomil y Yulién Oviedo en un evento cultural organizado por el régimen cubano ha generado fuerte indignación entre muchos de sus seguidores. El taller, convocado por el Instituto Cubano de la Música, buscaba debatir el impacto del género urbano en la sociedad. Pero lejos de ser un espacio libre, el evento se presentó como una estrategia del gobierno para domesticar y controlar el reguetón en Cuba.

Ambos artistas compartieron escenario con figuras del oficialismo como la viceprimera ministra Inés María Chapman y el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau. Su participación ha sido vista por muchos como una señal de complicidad con un sistema que, durante años, ha censurado precisamente lo que ellos representan.

Silencio en redes y crítica en redes

Yomil ha sido una de las voces más críticas dentro del ámbito urbano, llegando a calificar al gobierno cubano como dictadura. Por eso, su asistencia sin pronunciarse al respecto ha sido interpretada como una incoherencia. No hubo publicaciones, historias ni declaraciones. Lo mismo ocurrió con Yulién Oviedo, quien también guardó silencio total.

Ese mutismo ha hecho crecer las sospechas. Muchos creen que ambos artistas, lejos de representar al pueblo, se han plegado a los intereses del régimen. Sus seguidores, dentro y fuera de la Isla, se sienten decepcionados. La pregunta es clara: ¿defienden al pueblo o simplemente se acomodan al poder?

El régimen quiere apropiarse del género urbano

El castrismo ha hecho de la manipulación cultural una herramienta de control. Sabe que el reguetón y el reparto tienen gran influencia entre los jóvenes, y por eso intenta canalizarlo hacia su discurso oficial. No se trata de promover el arte libre, sino de usarlo como propaganda.

El evento no fue casual. Días antes, el programa Mesa Redonda dedicó una emisión al impacto del reparto. Luis Emilio Aybar, del Instituto Juan Marinello, dijo que el gobierno no pretende “ni demonizar ni ensalzar” el género. Sin embargo, esa supuesta neutralidad solo busca legitimar el control.

Reguetón como reflejo del fracaso revolucionario

Un internauta resumió la contradicción del régimen de forma lapidaria: “El reguetón es el hijo legítimo de la revolución. Vulgaridad, chabacanería y machismo. Ese es el hombre nuevo”. Es la misma chabacanería que antes promovieron desde las escuelas, ahora convertida en objeto de análisis oficialista.

Yomil y Yulién Oviedo no solo participaron en ese acto, sino que legitimaron un evento que sirve para encubrir la represión. Mientras el pueblo sufre escasez, apagones y migración forzada, el régimen monta espectáculos para fingir apertura. La cultura no debe ser usada como pantalla de un sistema opresivo.