Un sistema educativo colapsado por la crisis
La educación en Cuba enfrenta una crisis sin precedentes. La falta de maestros, los constantes apagones que interrumpen las clases y una enseñanza cada vez más superficial han deteriorado la calidad de la instrucción en el país. Esta realidad afecta a miles de estudiantes, quienes deben enfrentarse a aulas sobrepobladas, docentes sin preparación y un currículo cada vez más politizado.
Ienelis Delgado, madre residente en Camagüey, denunció que la escasez de docentes ha provocado hacinamiento en las aulas, afectando el proceso de aprendizaje de los niños.
“Mientras más niños, más calor. Son aulas cerradas prácticamente sin ventilación, muchas de ellas”, explicó.
A esta situación se suma la precariedad en la enseñanza de asignaturas fundamentales como Geografía e Historia. Según Delgado, los contenidos se abordan de manera superficial debido a la falta de profesores capacitados.
“Te enseñan la bolita del mundo y los países, y ya se acabó la geografía. El problema es que no se profundiza porque no hay maestros, y los que están no tienen preparación. Aquí tú aprendes que 2 + 2 es 4 y a leer entre comillas. Lo otro es ‘seremos como el Che’”, señaló la madre en referencia a la formación ideológica impuesta en las escuelas.
Educación cívica en extinción
Otra de las grandes pérdidas en el sistema educativo cubano es la enseñanza de valores y normas básicas de convivencia. Delgado destacó que aspectos esenciales como la cortesía han desaparecido de la formación escolar.
“Pedir permiso, decir por favor, gracias, son cosas que se han quedado fuera. Es un desastre”, lamentó.
Por su parte, la activista y exmaestra María Elena Mir Marrero resaltó otro problema en la educación cubana: la aceleración forzada de los contenidos debido a la reducción de los días de clase.
“A esos niños que ya tienen menos clases, intentan enseñarles en tres días un contenido que debería darse en un mes. Quizás ese niño llegó a la escuela después de que le quitaron la luz por la noche, no durmió bien, no tiene agua y, cuando llega el momento de aprender, ya está agotado”, explicó Mir Marrero.
La crisis educativa se refleja también en el comportamiento social de los niños y jóvenes. Según la activista, el ambiente en las calles, marcado por la escasez y las peleas por alimentos, influye negativamente en la educación.
“Lo que ven en la calle es la bronca por el pan, la bronca por el pollo. En las colas lo que se dice son barbaridades, y eso es lo que aprenden. No saben decir buenos días o buenas tardes”, añadió, asegurando que el respeto ha desaparecido en las interacciones diarias.
El reconocimiento tardío del régimen
En 2024, las autoridades cubanas admitieron públicamente la crisis del sector educativo. Como medida paliativa, han optado por contratar a jubilados, sobrecargar de trabajo a los docentes en activo y utilizar a estudiantes de carreras pedagógicas como improvisados maestros.
Un artículo del periódico oficialista Escambray reflejó cómo esta crisis está afectando directamente el rendimiento de los alumnos, evidenciado en los bajos resultados de las pruebas de ingreso a la educación superior.
Mientras el régimen prioriza su discurso ideológico sobre las necesidades reales del pueblo, el sistema educativo sigue en declive, dejando a las nuevas generaciones sin herramientas para un futuro mejor.
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